El Covid-19 y el Futuro de los Negocios

 La pandemia del Covid-19 ha afectado la economía mundial en muchos aspectos. Según las estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), se espera que la producción mundial se contraiga alrededor de 5 por ciento en el 2020 [i], mientras que la economía dominicana al mes de agosto presentó una contracción acumulada de -8.4 por ciento respecto al mismo período en 2019[ii]. Esto se refleja en los diferentes indicadores de actividad económica del país, siendo algunos de ellos las transacciones con tarjetas de crédito y débito, dos de los indicadores de consumo más importante para los negocios, los cuales han caído 27 y 10 por ciento durante 2020, respectivamente (ver figura 1).

              Figura 1: Transacciones con Tarjeta de Crédito y Débito (var. anual, %)


                    Fuente: BCRD

Pero, una de las preguntas más importante para muchos durante la pandemia es, ¿qué significan estos números para los negocios en la República Dominicana? ¿Acaso no habrá buenas noticias hasta que pase la tormenta y baje la marea? Paul Romer, ganador del premio nobel en economía, dijo una vez que “Las crisis son algo terrible de desperdiciar”, y aunque parezca contradictorio, esta frase lleva un mensaje importante que no debemos ignorar, especialmente durante la mayor crisis que hemos experimentado en muchos años. 

Las crisis son tiempos difíciles para muchos negocios, pero para otros representan una oportunidad de crecer y rediseñarse. Por eso es importante mantener una mente abierta a nuevas posibilidades, incluso en medio de la tormenta. Entonces, ¿cuales son los indicadores relevantes para el futuro de los negocios? Ciertamente, si nos enfocamos en los indicadores agregados durante una crisis, todo parecerá oscuro y lleno de incertidumbre. Por eso hay que ir más allá de lo tradicional y analizar los efectos y consecuencias que nos ha dejado esta crisis.  

Dado que la crisis actual fue generada por una pandemia sanitaria, la cual ha forzado a las personas al distanciamiento social y el confinamiento, esto ha producido un cambio en su patrón de consumo. Mientras las transacciones con tarjetas de débito y crédito han disminuido durante el 2020, como se muestra en la figura 1, las transacciones vía internet y vía teléfono han crecido significativamente (figura 2). Durante los meses de pandemia (marzo-agosto), las transacciones vía internet han crecido 51 por ciento, 10 puntos porcentuales mayor al crecimiento durante el mismo período en 2019. Mientras que las transacciones vía telefónica han crecido 27 por ciento durante la pandemia, 14 puntos porcentuales mayor a 2019. 

 

             Figura 2: Transacciones vía Internet y Teléfono (var. anual, %)

                    Fuente: BCRD

Una dinámica similar se observa en los Estados Unidos, donde las ventas minoristas a través del comercio electrónico crecieron 49 por ciento en el segundo trimestre del 2020, un crecimiento 3 veces mayor a al crecimiento observado en el mismo período del año anterior (14 por ciento). Asimismo, estas pasaron de representar 11 por ciento de las ventas totales en 2019 a 16 por ciento en el segundo trimestre del 2020 (figura 3). 

 

           Figura 3: Comercio electrónico en EE.UU. 

                    Fuente: FRED

En conclusión, es importante entender que significan estos cambios de tendencia para los negocios, especialmente las pequeñas y medianas empresas. Si bien la evolución reciente del comercio electrónico pudiera considerarse como transitoria (dígase que volverá a la normalidad cuando la pandemia termine), es razonable asumir que este cambio puede ser permanente, dado que una gran parte de la población que no usaba estos servicios electrónicos se ha visto expuesta a ellos, y existe la posibilidad de que continúen usándolos, agregando a esto el creciente aumento de una nueva generación cada vez más inmersa en la tecnología. Por lo tanto, es importante para las empresas mantenerse a la vanguardia de los cambios tecnológicos, en la medida que la demanda continúe moviendo en esa dirección. Siguiendo el consejo de Romer, no desperdiciemos esta crisis y embarquémonos en el cambio tecnológico al que, tarde o temprano, nos tendremos que adaptar si queremos mantenernos competitivos. 

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